Comenzamos nuevamente las clases de Biodanza en SUTEBA Matanza, el 8 de abril, y retomamos con alegría esta actividad que nos produjo tanto bienestar, al conectarnos con nosotros mismos y con los compañeros de un modo diferente.
Sentir la música y dejar que surja el movimiento con total libertad, sin temor a exponerse, ni prejuicios respetando el tiempo de cada uno es algo que no se da en otras disciplinas, en las que se nos marcan coreografías o ejercicios “desde afuera”.
Haciendo cada uno su propia danza se gana en confianza y seguridad, esto trae mucha alegría provocando más endorfinas y eso es muy saludable.
Algo para tener en cuenta es el trabajar siempre desde la afectividad. Descubrir la magia de la mirada, la conexión que surge cuando dos compañeros se encuentran y se miran a los ojos, motivados por la música o la palabra, es en realidad una conexión de corazón a corazón.
Más de una vez hubo quienes comenzaron la clase con un poco de desánimo o tristes y terminaron la clase con un ánimo totalmente diferente, dando las gracias por este espacio y por haberse dado el permiso de participar y cambiar.
Biodanza, trae a la luz recuerdos, sensaciones o emociones que nunca se creería que estaban dentro de cada uno y se descubren nuevas posibilidades animándose al cambio.
En Biodanza no se aprende a bailar, sino a vivir de otro modo, a acompañarse y a disfrutar el presente y por sobre todo a valorar el vivir en armonía, que no es otra cosa que, el pensamiento, el sentimiento y la acción conectados y en la misma dirección.