Estas causas, identificadas como riesgos, también se denominan procesos peligrosos. Diagnosticar estos eventos como "la probabilidad de que algo ocurra" constituye otro tipo de representación, otro tipo de cultura: la cultura de la prevención y no la de la naturalización del riesgo.
Los accidentes en la Escuela pueden ser categorizados como laborales, si el damnificadx es un/a Trabajador/a, o inculpables si le ocurren a las otras personas que están en la Escuela: alumnxs, familiares, etc.
En la perspectiva de la Salud Pública y de la Educación, el problema que resulta de atribuir accidentes al azar es la aceptación resignada de su ocurrencia, y ésto es lo que queremos revertir.
Se debe plantear el problema, entonces, pensando en quiénes son las personas accidentadas, en qué condiciones viven, trabajan y se trasladan diariamente, dónde ocurre el evento, cuáles son las características de ese lugar o situación y, de esa manera, identificar qué debe hacerse para que el daño no se repita.
Quienes pensamos en la Escuela como espacio de estudio, de trabajo y/o de convivencia sabemos que es el Estado quien debe generar condiciones que resguarden el nivel más alto de Salud Psicofísica de las personas que habitan una Escuela. Por lo tanto, el Estado es quien debe garantizar ambientes sanos, seguros y sin riesgos. Esto es una obligación para las autoridades y un derecho para la comunidad educativa.
Los riesgos escolares, generadores de accidentes o de situaciones peligrosas, deben ser diagnosticados, denunciados y modificados.
Para esto se debe tener en cuenta la Infraestructura escolar y los diferentes riesgos identificables para trabajar con lxs Docentes y Auxiliares en forma participativa con sus demandas al empleador y trabajar con lxs alumnxs en dos niveles para aprender que estas situaciones riesgosas son modificables y para poder ejercer sus derechos como ciudadanxs.
Es primordial la identificación de momentos críticos en la rutina escolar para la ocurrencia de accidentes y las medidas a tomar para evitarlos (recreos, espacios para Educación Física, entrada y salida de la Escuela; entre otros) y las diferentes actividades que se desarrollan en los establecimientos educativos y los requerimientos de seguridad para las mismas.
La participación de lxs Trabajadorxs asegurará el éxito de estas actividades.
Las líneas de acción posibles son:
Hay un viejo dicho que dice: NADIE PREVIENE LO QUE NO CONOCE. Por lo tanto, es importante que se pueda recuperar toda situación peligrosa capaz de provocar accidentes en un registro de lo ocurrido: cuándo ocurrió (dato temporal del accidente), identificando cómo sucedió (dato objetivo del mismo), porqué ocurrió (dato causal del infortunio) y de qué manera se respondió a esa situación (dato analítico de las medidas de prevención instauradas). Una vez registrado, se debe realizar su respectivo análisis y las modificaciones pertinentes.
Cada Escuela tiene su particular conjunción de factores humanos, de funcionamiento y estructurales sobre los que deberá trabajar. La comunidad educativa de cada Escuela es un actor social indispensable que debe ser incluido en todo proyecto educativo.
La prevención: un compromiso de lxs actorxs involucradxs
La prevención de accidentes en la Escuela requiere de la presencia responsable de los empleadores y del Estado para asegurar condiciones de trabajo y de permanencia exentas de riesgos prevenibles, pero también del involucramiento de cada establecimiento y comunidad educativa en la identificación de esos riesgos, su comunicación oportuna y la ejecución y monitoreo de las acciones necesarias para modificarlos.
Cuando, de todos modos, los eventos repentinos en la salud ocurren, también el empleador debe garantizar que los equipos locales cuenten con las condiciones para actuar correctamente en la situación.
Sobre los "accidentes" en la Escuela, la orientación de la tarea a desarrollar tiene dos aspectos: