Excelente… ¿Qué se imaginan que es un Radio Teatro? los que lo escucharon se pegaban a la radio para seguir historias cómicas o dramáticas, de búsqueda de justicia, de valor, de amor…se alejaban un poco de esa tarea aburrida y muchas veces solitaria para que alguien les contara al oído algo como si lo estuvieran escuchando detrás de la puerta.
Los domingos la sala del teatro La Máscara se convierte en un estudio de radio, se decora el escenario como en los años del florecimiento del Radio Teatro en las décadas 1930 y 1940 y sucede la magia, no es que vemos alguien leyendo, vemos todo el movimiento de la radio, los actores que entran y se sientan, el técnico de sonidos con su mesa llena de puertitas, cadenas etc. La mesa llena de juguetes sonoros y la misión de llegar a tiempo en cada palmada, paso, cualquier sonido es el genio de Fabián Orce.
Propaganda, sonidos, vestuarios nos permiten curiosear un poco ese mundo que enamoraba a tanta gente. Escuchamos la obra y no dejamos de mirar lo que sucede en escena, como se levantan los actores y se acercan al micrófono cuando deben participar, como se miran dejando suponer una historia que va más allá de la obra. Pero si entrecerramos los ojos un momento sigue siendo perfectamente claro lo que se cuenta. Milagro!!! es Radioteatro….
Hasta el 3 de julio la obra es una de mis favoritas, “He visto a Dios” de Defilippis Novoa. Un ejemplo del grotesco con el que este escritor de éxitos dijo adiós ya que falleció a los pocos meces del estreno. Es una obra en la que un italiano joyero recorre, por circunstancias y por fuerza propia el camino desde la vida de un miserable manipulador de poder hasta el comienzo de la sabiduría.
Las escenas suceden en la joyería, el conventillo del que era dueño y su vivienda. Los personajes son inmigrantes de aquella época, los tanos, de distinto nivel económico.
Realmente además de ser una obra que amo por las sutilezas y profundidades que maneja en un lenguaje sumamente simple, permite el lucimiento de actores de lujo con gran solidez. La soltura de los diálogos y la prestancia de Aldo Barbero son un placer. Es una obra con mucho parlamento largo, mucho texto y Jorge Paccini la verdad me emocionó, un genio. Luce además la experiencia pasados los meses y la excelente dirección.
Es para mi gusto de un gran valor resaltar el texto de las obras desde este lugar, no es una seca lectura de obra, acentúa muchas frases bellas que en la representación normal no tendrían tanto peso.
María Inés Senabre