En un cementerio forrado de canciones
En una tumba orlada de gorriones
En un camposanto salpicado de pibes
Eva duerme
Sin lápida
Sin nicho
Sin mármol
Y sin muerte
Eva con obreros
Eva con niños y jóvenes
Eva con revolución
Eva con amor
Eva sin cementerio…
(nadie busque a Eva en los cementerios:
Allí solamente entierran a los muertos)
    

Juan Carlos Distéfano: “Eva sin cementerio”

Surgió desde lo más profundo del pueblo, abrumada de humillaciones e injurias y a pura prepotencia se metió en el mundo de los hombres, a discutir y cuestionar cuanta injusticia encontró a su paso. Donde hubo una reivindicación que conquistar o un privilegio que abatir, allí estuvo sin cálculos ni vacilaciones. Fue capaz de despojarse de todo lo conquistado para volver al llano, a la lucha, a dar la vida en defensa de los oprimidos. Y allí radica su excepcionalidad. Jamás se podrá decir que traicionó a su pueblo porque no se obnubiló con el poder. Siguió siempre fiel a sus convicciones, a su origen; quizás sea por este rasgo que los humildes la aman y que los otros la calumnian y la odian.

Su voluntad era vivir eternamente con el pueblo y dejó su corazón con los humildes, con las mujeres, los obreros, los ancianos, los niños. Dejó sus sueños en los caminos para velar por los sueños ajenos, agotó sus fuerzas para reanimar las fuerzas del vencido.

Supo encarnarse en el pueblo, luchando por la independencia, por la soberanía, por la dignidad de los hombres, por el honor de la bandera, por la felicidad de un pueblo, la justicia social; y por eso entregó su vida y su alma, como un símbolo contundente del protagonismo popular dejando el mismo legado que dejaron los grandes de nuestra historia: vivir dignamente muriendo por una Patria en  solidaridad e igualdad.

Fernanda Molina
SECRETARIA DE CULTURA
SUTEBA La Plata