La menstruación constituye un factor de desigualdad que afecta a las personas menstruantes, sobre todo a aquellas con menores ingresos, mayores niveles de precariedad laboral, desempleo y pobreza. El acceso a productos como toallitas, tampones y copas menstruales representa un costo económico adicional para estas personas, constituyéndose como una barrera que puede tener consecuencias negativas en su vida diaria, en la salud, la Educación y el trabajo, ya que aquellas personas que no pueden acceder a una gestión menstrual adecuada se ven obligadas a ausentarse de los mismos, abandonar actividades y, en algunos casos, recurrir a alternativas perjudiciales para su salud.
La pobreza asociada a la menstruación hace referencia a no poder pagar los productos menstruales o acceder a ellos y no contar con instalaciones de saneamiento e higiene ni la educación o los conocimientos para gestionar la salud menstrual.
El estigma, la discriminación y los mitos son mayores en comunidades en las que existen mandatos sociales y culturales nocivas en torno a la menstruación. Incluso hoy en día, en algunas partes del mundo, las personas menstruantes son consideradas impuras o intocables, lo que restringe su libertad de movimiento y acceso a determinados espacios.
La ESI nos brinda la posibilidad de reflexionar que la menstruación no es un tema que atañe únicamente a las personas que menstrúan, sino que es necesario desestigmatizar y sensibilizar a toda la población sobre la temática.
Esta fecha es una oportunidad para conversar en la Escuela, sobre la importancia de erradicar los tabúes vinculados con la menstruación y brindar herramientas a las niñeces y adolescencias para que ejerzan sus derechos en libertad y sin violencias.