Se adjunta nota en pdf
En esta casa del terror que estamos hoy mirando tan de cerca se destruyeron una enorme, inconmensurable cantidad seres amados. En esta escuela de mecánica de la armada, la Armada enseñó a sus mejores alumnos su mecánica.
La mecánica del terror. Pero eso, seres amados, no fue lo único que destruyó. Destruyó también eso intangible del amor. Todo aquello que no se puede tocar, pero se ve, se siente. Lo que hace que un hombre y otro hombre y otra mujer y otra mujer y otro hombre y otra mujer, sean mucho más que eso y se conviertan en un huracán que a la vez sacude y sostiene: un proyecto en común. Lo que hay entre un grupo de personas y otro grupo de personas, que hacen distintas cosas pero se saben juntos más tarde o más temprano.Eso que no se puede tocar, eso que no se puede acariciar como la piel de los que no están, pero que se ve, se siente, como si fuera una caricia de los que no están.
No, la piel, la mirada, la risa, los abrazos en mitad de la noche, eso, no se puede recuperar. Los años perdidos para la cotidianeidad para los que la ruleta del espanto los puso entre rejas durante años tampoco volverán. No volverán nunca esos años donde hubo que vivir en un país extraño. Pero lo intangible, lo que esas manos moldearon, la forma de expresar el amor que ellos tuvieron, eso sí está en nosotros.
Y está vivo para siempre. Porque estamos acá, porque estamos desde hace un montón de años, porque están otros. Porque nunca perdimos la capacidad de organizarnos para luchar por un país diferente. Y organizarse y luchar es la forma que ellos tenían de amar, de expresar su amor. Por eso este lugar todavía contiene el horror y el espanto, pero también la enorme dignidad de los que han muerto por amor. Por amor a los compañeros, por amor a la patria grande, por amor al pueblo, por amor a ese país que la lucha de ellos estaba construyendo. Y por amor a nosotros, sus hijos. Hoy, nosotros, en este día, llenos de ese amor a esas mismas cosas, queremos dejar muy claro qué es lo que queremos.
Nosotros queremos que vayan presos, a una cárcel común, con cadena perpetua todos y cada uno de los torturadores, asesinos, secuestradores, apropiadores de bebés. Y que vayan presos también los instigadores, los beneficiarios y los planificadores del genocidio.
Nosotros queremos que todos los que fueron arrancados de sus madres que parieron en cautiverio para ser apropia-dos por militares o regalados a sus amigos recuperen sus verdadera identidad. Si las abuelas han encontrado hasta ahora a 77 nietos y nietas, qué no podría hacer el Estado si se lo propusiera. Han pasado más de 20 años desde la caída de la Junta Militar. Más de 20 años hemos perdido los hermanos y hermanas, las abuelas, los abuelos, las tías, los primos. Más de 20 años han perdido ellos. Porque ellos viven desde que nacieron presos sin saberlo, y todo gobierno que no los busque, que no les devuelva la libertad de saber quiénes son y quiénes fueron sus madres y sus padres son gobiernos que sostienen y avalan la desaparición forzada de personas.
Nosotros queremos que se abran todos los archivos, que se sepa absolutamente todo lo que pasó. Quiénes los secuestraron, quiénes los torturaron, quienes los asesinaron, quiénes robaron sus hijos, nuestros hermanos, dónde están sus cuerpos, dónde están. Por nosotros, por nuestras familias, pero por sobre todo por este país.
Ningún país puede crecer sobre la mentira. Sabemos que esos archivos existen, sabemos que se pueden abrir, sabemos que depende de la voluntad política de quienes gobiernan que la verdad siga sepultada o salga a la luz.
Nosotros queremos que así como el congreso anuló las leyes de impunidad, anule los indultos y que el poder judicial declare que son inconstitucionales todas las normas que hagan que un genocida sea perdonado o ni siquiera juzgado.
Nosotros queremos que todos los lugares que funcionaron como Centros Clandestinos de Detención durante la dictadura sean lugares preservados, para que se pueda investigar primero y para que todos sepan que ahí se torturó y asesinó a personas, que ningún editoria-lista de La Nación pueda darse el lujo de poner en duda la veracidad de los hechos. Pero queremos también que en esos lugares se recuerde y se diga por qué los mataron, quiénes eran, por qué luchaban, cuál era su proyecto de país.
Nosotros queremos que se le de solución a las protesta. Trabajo a los que luchan por trabajo, vivienda a los que luchan por vivienda, salarios dignos a los que luchan por sus sueldos. Las protestas no se paran con causas judiciales, las protestas se terminan con soluciones. No queremos que se criminalice la protesta. No queremos que se enjuicie a los que luchan. Nosotros queremos que no se pague ni un solo centavo de la deuda externa.
Porque es ilegítima, inmoral y fraudulenta. Ilegítima porque no fue contraída por el pueblo argentino. Inmoral porque se paga con el hambre de nuestros niños. Fraudulenta porque es el producto de una estafa. Pero si no se paga la deuda y la riqueza sigue llenando los bolsillos de los ricos y vaciando el de los pobres no nos sirve para nada. Queremos que la deuda no se pague y que la riqueza se distribuya equitativamente. Nosotros queremos que se desmantele el aparato represivo, porque los represores de la dictadura son lo que en democracia asesinan chicos con la excusa del gatillo fácil. Pero que-remos también que todos los políticos que sostuvieron las atrocidades cometidas, y que como buenos camaleo-nes se reciclaron en democracia paguen por lo que hicieron. No sólo que dejen de ocupar cargos en los go-biernos, sino que sean castigados con la pena que se merecen. Qué pena se merece quien haya firmado este decreto en 1975: "las Fuerzas Armadas bajo el Comando Superior del presidente de la Nación, que será ejercido a través del Consejo de Defensa, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país". Pues fue firmado por Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero, entre otros. Y esos son sólo dos botones de muestra. Estamos rodeados de Bussis, de Pattis, de Ricos, de Cavallos, sólo es cuestión de buscar, depurar, juzgar y castigar. Porque los que avalaron el genocidio en su momento siguen haciendo lo suyo en democracia. Sólo para dar un ejemplo, durante el gobierno de Ruckauf los servicios de inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires, investigaron a HIJOS tan exhaustivamente que llegaron a detallar hasta una tallarinada que compartieron nues-tros compañeros de Mar del Plata.
Todo eso queremos. Y cuando nosotros decimos queremos quiere decir que no dejaremos de luchar hasta conseguirlo, como lo hemos hecho hasta ahora, como no dejaremos de hacerlo.
Porque nosotros hoy, acá, hemos venido a hacer lo mismo de siempre. Hemos venido a luchar contra la impunidad, contra el olvido, contra el silencio.
No hemos venido a la entrega de un predio, aunque la entrega de este predio nos da más fuerza para seguir, como nos dio fuerza la nulidad de las leyes de impunidad en el congreso. No hemos venido a recibir ningún reconocimiento. Porque reconocer nuestra lucha, la de las Madres, la de las Abuelas, la de los Familiares, la de los Ex detenidos no es otra cosa que meter presos a los culpables, recuperar la identidad de todos los jóvenes apropiados durante la dictadura, que nos entreguen toda la verdad sobre nuestros seres queridos y que el proyecto de país por el que luchaban nuestros padres y nuestras madres se convierta en realidad.
María Isabel Prigione
Miembro de HIJOS, nacida en la ESMA